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sábado, 4 de marzo de 2023

Miguel Hernández y el secretario que firmó su condena a muerte, enfrentados en el TS 84 años después El hijo del secretario judicial que firmó la pena de muerte conmutada del poeta quiere borrar cualquier mención a su padre aduciendo que no participó en el Consejo de Guerra

 

Miguel Hernández y el secretario que firmó su condena a muerte, enfrentados en el TS 84 años después

El hijo del secretario judicial que firmó la pena de muerte conmutada del poeta quiere borrar cualquier mención a su padre aduciendo que no participó en el Consejo de Guerra

Foto: En el centro, Miguel Hernández sale del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en 1937.
En el centro, Miguel Hernández sale del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en 1937.

"Preguntado por si fue comisario político con la primera brigada de choque del Campesino, manifiesta que no…". Miguel Hernández Gilabert, el "pastor poeta", comparece en el Juzgado Especial de Prensa en la calle Plaza de Callao, 4 ante el secretario judicial, Antonio Luis Baena Tocón, el seis de septiembre de 1939. Prosigue el secretario: "Preguntado si ignoraba el contenido de la introducción del libro por el indagado escrito, Teatro en la guerra, que se le exhibe y se le lee, en el que se dice bien terminantemente que había sido comisario político, manifiesta que efectivamente no conoció el contenido de la introducción hasta después de publicado y que se debió hacer por la editorial a fines de publicidad…".

 

La indagatoria que lleva a cabo el secretario judicial, Antonio Luis Baena Tocón y a la que tiene acceso El Confidencial es nada menos que la instrucción del juicio sumarísimo que llevará a Miguel Hernández a ser condenado a muerte. La firma al final del documento es la de Baena Tocón, una firma indubitada, según los juristas consultados por El Confidencial, porque se corresponde con la de los demás documentos oficiales de los que se tiene constancia que fueron firmados por él.

 

El secretario judicial, quiere, en cambio, que su padre desaparezca del relato

 

Pero mientras durante años los familiares de Miguel Hernández reivindicaron la memoria del poeta fallecido en la prisión de Alicante por tuberculosis tras ser conmutada su pena de muerte, con el objetivo de anular la condena de los tribunales franquistas, el hijo del instructor de su proceso, el secretario judicial, Antonio Luis Baena Tocón, quiere, en cambio, que su padre desaparezca del relato, de todas las webs y artículos en donde salga su nombre ligado a la condena a muerte conmutada de Miguel Hernández. De este mismo artículo que están leyendo.


placeholderUna imagen de Miguel Hernández. (Real Academia de la Historia)
Una imagen de Miguel Hernández. (Real Academia de la Historia)

Baena Tocón fue el secretario judicial del Juzgado Especial de Prensa que instruyó la causa contra Miguel Hernández, según los documentos que muestra este diario. Pero ¿podría ser borrado su nombre de esta información? Hace apenas unas semanas el Tribunal Supremo admitió a recurso la demanda del hijo desestimada por la Audiencia Nacional, que exige que no sólo todos los diarios que mencionaron la relación de Baena Tocón la eliminen, sino que la misma empresa Google borre su nombre en función del derecho al olvido. ¿Memoria para Hernández y olvido para Baena Tocón? El hijo reclama que su padre nunca formó parte del Consejo de Guerra que condenó al poeta, pero sí instruyó el caso.

 

Todo comenzó con la maldita Guerra Civil, tanto para Miguel Hernández como para Antonio Luis Baena Tocón, el primero sentado enfrente del segundo por el resultado final de la contienda. Sus trayectorias no pueden ser más distintas. Según la demanda del familiar de Tocón Baena a la que ha tenido acceso El Confidencial, el que sería secretario judicial de los tribunales franquistas habría sido una víctima también de la guerra según los términos de la Ley de Memoria Histórica aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007: "Sufrió el asesinato de su padre, estuvo preso y fue torturado en checas, refugiado en la Embajada de Chile en Madrid, exiliado a Francia y Marruecos y obligado mediante reclutamiento forzoso a realizar el servicio militar obligatorio tras su retorno a España, meses antes de finalizar la Guerra Civil".

placeholderIndagatoria de Baena Tocón. (Julio Martín Alarcón)
Indagatoria de Baena Tocón. (Julio Martín Alarcón)

Si Baena Tocón se refugió en la embajada de Chile durante el Terror Rojo en Madrid, al terminar la guerra fue también el embajador Carlos Morla Vicuña el que ofreció a Miguel Hernández divisas para que se marchase a Portugal, según un documento de la Jefatura del Servicio Nacional de Seguridad: "Le ofreció divisas para que marchase a dicho país, quedando él en contestarle desde Orihuela en cuanto viese a su familia, y viese si podía llevarse a su mujer e hijos y dejar colocados a cinco huérfanos de un Guardia Civil, suegro suyo, asesinado por los marxistas; contestándole desde el Consulado de Cuba en Alicante en el mes de marzo que no estaba el embajador de Chile por lo que no pudo aceptar la propuesta de las divisas entrando ya nuestras gloriosas tropas a la semana siguiente…". La embajada primero protegió a Baena Tocón y después lo intentaría con Miguel Hernández cuando las cosas cambiaron. De haber habido otro desenlace, quizás la indagatoria habría sido al contrario.

 

Antes, el "poeta pastor" se había enrolado como voluntario en el 5º Regimiento comunista de El Campesino por su compromiso con el pueblo, donde fue destinado al frente como zapador, dedicándose, según su biógrafo, Francisco Esteve Ramírez, a levantar fortificaciones y abrir trincheras. Pronto es reconocido y se le asignan tareas culturales y periodísticas tal y como escribió el comisario político Pablo de la Torriente: "El día 23 de noviembre creo que lo pasé todo en Alcalá. Descubrí un poeta en el Batallón, Miguel Hernández, un muchacho considerado como uno de los mejores poetas españoles que estaba en el cuerpo de zapadores. Lo nombré Jefe del Departamento de Cultura y estuvimos trabajando en los planes para publicar un periódico en la Brigada".

 

A partir de ese momento, la labor de Miguel Hernández estuvo vinculada a la cultura y también a la propaganda periodística en los diarios del frente, en donde escribía artículos, editoriales, crónicas y demás, que son las que les señalarían al terminar la guerra. Los vencedores centraron, sin embargo, sus pesquisas en su participación en el asedio del Santuario de Santa María de la Cabeza, en Andújar, Jaén, en donde se habían refugiado guardias civiles de las tropas del general Miaja. Duró nueve meses y para los nacionales no pudo ser otro Alcázar de Toledo. Cayó el 1 de mayo de 1937.

placeholderIndagatoria de Baena Tocón. (Julio Martín Alarcón)
Indagatoria de Baena Tocón. (Julio Martín Alarcón)

Miguel Hernández estaba allí, tal y como le inquirió Baena Tocón en el interrogatorio de Plaza de Callao: "Preguntado si asistió a las operaciones del Santuario de la Virgen de la Cabeza con el comandante Carlos, manifiesta que en calidad de agente de propaganda escribiendo un artículo en el periódico Ayuda de Valencia en el que reflejaba las operaciones llevadas a cabo por las fuerzas rojas para la ocupación de Santuario y el trato a los guardias civiles prisioneros, que a su juicio fue bueno. Preguntado si presenció la muerte del capitán Cortés, manifiesta que no y únicamente que por referencia que le dieron otros milicianos que murió en el hospital a consecuencia de las heridas recibidas en la lucha…".

 

Terminada la guerra fue cuando Miguel Hernández intentó huir a Portugal aún sin la ayuda ya de la embajada de Chile y fue apresado en el puesto del Rosal de la Frontera: "Llevaba poco consigo. un billete de veinte escudos, una moneda de cinco centavos y cuatro más de diez; el libro La destrucción o el amor con una carta de su autor, Vicente Aleixandre, y un auto sacramental titulado "Quién te ha visto y quién te ve, y la sombra de lo que eras" del que él mismo era autor. Así lo contó Carlos Fonseca en el artículo Así fueron los últimos años de vida de Miguel Hernández.

 

Después de la prisión preventiva y de ser puesto brevemente en libertad tras las indagatorias contra él realizadas por el Juzgado Especial de Prensa, el Consejo de Guerra Permanente núm. 5 en la Plaza de Madrid a 18 de enero de 1940 sentencia: "RESULTANDO probado y así lo declara el Consejo que el procesado MIGUEL HERNANDEZ GILABERT, de antecedentes izquierdistas, se incorporó voluntariamente en los primeros días del Alzamiento Nacional al 5º Regimiento de Milicias pasando más tarde al Comisariado Político de la 1 ª Brigada de Choque e interviniendo entre otros hechos en la acción contra el Santuario de Santa María de la Cabeza. Dedicado a actividades literarias, era miembro activo de la Alianza de intelectuales antifascistas, habiendo publicado numerosas poesías y crónicas, y folletos de propaganda revolucionaria y de excitación contra las personas de orden y contra el Movimiento Nacional, haciéndose pasar por el Poeta de la Revolución".

placeholderDocumento de la Embajada de Chile. (Julio Martín Alarcón)
Documento de la Embajada de Chile. (Julio Martín Alarcón)

Lo que en la justicia militar franquista de la inmediata posguerra constituía, según la fórmula empleada, un delito de adhesión a la rebelión -es decir, lo contrario técnicamente de lo que había ocurrido realmente-, lo que implicaba la condena a muerte, que en su caso fue conmutada acabando sus días enfermo de neumonía en la prisión de Alicante en 1942.

 

La familia de Miguel Hernández, al albur de la Ley de Memoria de Histórica, comenzaría el proceso para intentar anular esa sentencia de rebelión que con los instrumentos legales del momento no era posible hasta que la nueva ley de Memoria democrática de 2022 anuló todas las condenas. Unos años antes, en 2015, el catedrático de Literatura Juan Antonio Ríos Carratalá, de la Universidad de Alicante, había publicado Nos vemos en Chicote: imágenes del cinismo y el silencio en la cultura franquista donde había dado a conocer el nombre Antonio Luis Baena Tocón como el alférez y secretario judicial del Consejo de Guerra que había condenado a Miguel Hernández. También en artículos posteriores publicados en el mismo portal de la Universidad.

 

El hijo de Baena Tocón logró en 2019 que se borrara de la web amparándose en la Ley de Protección de Datos Personales

 

El hijo de Baena Tocón logró en 2019 que se borrara de la web amparándose en la Ley de Protección de Datos Personales y el derecho al olvido. Se generó un efecto Streisand: una cascada de indignación por algo tan impopular como borrar el nombre de un funcionario de la justicia franquista que había participado en la represión. La universidad rectificó y volvió a indexar el nombre y comenzó la batalla judicial.

 

La Audiencia Nacional desestimó en junio de 2002 la demanda del hijo de Baena Tocón, en la que ya no sólo estaba la Universidad, sino la práctica totalidad de los principales diarios y agencias de noticias de España que se habían hecho eco de las investigaciones de Carratalá. El Supremo admitió hace unos días el recurso a trámite, como informó Diario.es. El secretario judicial participó como instructor según todos los documentos firmados que se conservan en el proceso contra Miguel Hernández, aunque él aduce que es una falsedad que formara parte del Consejo de Guerra. Con la memoria en España tenemos un problema: en realidad nadie quiere olvidar y casi todos siguen luchando su guerra.

FUENTE: https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-03-04/miguel-hernandez-memoria-historica_3586430/ 





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