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martes, 3 de diciembre de 2019

SANTA POLA DURANTE LA GUERRA CIVIL 1936-1939

 El próximo 4 de diciembre a las 20 h. en el salón de actos de la casa de Cultura será la presentación del libro SANTA POLA DURANTE LA GUERRA CIVIL 1936-1939, de Ángel Peña Ligero y editado por el Ayuntamiento de Santa Pola. Acceso es libre, limitado al aforo del local.



lunes, 11 de noviembre de 2019

 A todos los caídos en nuestra INcivil guerra 1936-1939

La costumbre de relacionar las amapolas con la guerra viene de la época napoleónica, cuando un escritor se percató de que el territorio anegado tras un conflicto se cubría de estas flores en primavera. Durante la Gran Guerra, el teniente coronel John McRae, médico canadiense, escribió el poema En los campos de Flandes, en el que establecía esa misma relación. La composición se hizo célebre y la amapola se convirtió en elemblema de los fallecidos en combate:

Los campos de Flandes
En los campos de Flandes las amapolas se mueven,
entre las filas de cruces,
marcando nuestro lecho.
Y en el cielo vuelan las alondras cantando con valentía,
apenas oídas en el fragor de los cañones.
Somos los muertos;
pocos días antes, vivíamos,
sentíamos el amanecer, veíamos el crepúsculo.
Amamos y fuimos amados, y ahora yacemos.
Haz tuyo nuestro combate con el enemigo.
Desde nuestras débiles manos te lanzamos la antorcha,
tuya es, mantenla en alto.
Si faltas a la palabra dada a los muertos
ya nunca descansaremos,
aunque crezcan las amapolas en los campos de Flandes.
Alexis Helmer


Así, el día del aniversario del armisticio, el 11 de noviembre, los británicos se colocan una amapola -poppy- de papel, en recuerdo de los fallecidos en la Primera Guerra Mundial. Con ella también conmemoran a otros soldados que perdieron la vida en conflictos posteriores, como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de las Malvinas o la Guerra del Golfo. Las poppys son confeccionadas por los veteranos de la guerra y vendidas por representantes de la Real Legión Británica, una organización formada por supervivientes de todas las guerras.
También este "Día del recuerdo" o "Día del veterano" vuelve a llenar mi corazón de envidia hacía aquellos países que, sin complejos, saben rendir homenaje a sus muertos. A aquellos soldados que lejos de casa se dejaron la piel, el alma o la vida por su país. Esos uniformes, garantes de libertad, que se interponen entre la tiranía y la libertad.
Pero aquí en España eso no se estila, no es "progre" ni moderno dar el homenaje sincero y emotivo a aquellos que dieron su vida por España. Ya fuera en Annual, en Pavia, en Rocroi, en Rusia, en Buenos Aires o en Afganistán.
Porque para nuestros amigos los gobernantes la Defensa solo ha supuesto un negocio con el que lucrarse. Desde utilizar los fondos reservados para temas "curiosos" hasta a ahorrar alquilando aviones en los que jamás se subirían y que, tristemente, terminaron convertidos en una humeante tumba.
Pero hoy no es el día de la crítica, me lo guardo para otra ocasión. Hoy es día de recuerdo y homenaje a todos los que murieron luchando por la paz, por nuestra libertad.

jueves, 24 de octubre de 2019

EXHUMACIÓN VALLE DE LOS CAÍDOS

Así exhumó Franco los restos de José Antonio Primo de Rivera del Monasterio de El Escorial

Entre el 29 y el 30 de abril de 1959, una comitiva falangista portó el féretro del «El Ausente» hasta Cuelgamuros. La noticia fue recogida en los medios internacionales

Los restos de José Antonio Primo de Rivera llegan a la Basílica del Valle de los Caídos desde el Monasterio de El Escorial. Foto: Sanz Bermejo ABC
Manuel P. Villatoro

El 31 de marzo de 1959 , una instantánea copó las primeras páginas del diario ABC. Era la misma que pueden ver hoy ustedes sobre estas líneas; la que muestra como cientos de personas transportaban por las calles los restos del fundador de Falange dos jornadas antes . Bajo la fotografía, unas escuetas líneas explicaban de forma condensada la misma noticia que ya se había hecho un hueco en medios de comunicación internacionales de la talla de la agencia Reuters : «El féretro que contiene los restos de José Antonio Primo de Rivera avanza, a hombros, rodeado del silencioso fervor de los que lo acompañaron en su traslado, desde el monasterio de El Escorial hasta la basílica del Valle de los Caídos». Tras su exhumación Cuelgamuros era su lugar de descanso final.

La orden de la extracción (y posterior inhumación en el Valle de los Caídos ) de los restos de José Antonio Primo de Rivera había venido del mismísimo Francisco Franco . Aunque, como explica el experto en la época franquista y en la Guerra Civil José Luis Hernández Garvi en su obra «Ocultismo y misterios esotéricos del franquismo» (Luciérnaga, 2018), «el dictador ni se dignó a acudir» a la ceremonia. De forma más que probable, porque sabía que las diferencias que había mantenido en vida con este personaje y la promulgación del Decreto de Unificación de abril de 1937 (mediante el que copó la Falange de líderes afines a su persona tras la muerte de su fundador) había hecho que se ganara el odio de sus seguidores más fervorosos.

Hacia El Escorial

José Antonio Primo de Rivera , el mismo hombre que tildó a Franco de extremadamente evasivo cauteloso después de mantener una reunión con él en 1934, fue fusilado por la República el 20 de noviembre de 1936 en el patio de la cárcel de Alicante . La misma hasta la que le habían llevado desde Madrid tras el comienzo de las hostilidades. Una hora después de que abandonara este mundo (según los presentes, tras «gritar dos o tres veces “arriba España”») la furgoneta de la funeraria llevó sus restos hasta la fosa común de un cementerio cercano. A partir de entonces, el jefe de la sublevación militar se refirió a él como «El Ausente» y no dudó en elevarle hasta la categoría de héroe en su favor.

Dos años después, lo que quedaba de su cadáver pasó a un nicho del cementerio de Nuestra Señora de los Remedios , donde permaneció hasta que la Segunda República se rindió tras la toma de Barcelona.

Traslado de los restos de José Antonio en 1939 ABC

Una vez finalizada la Guerra Civil , Franco decidió exhumar sus restos y llevarlos hasta el monasterio de San Lorenzo de El Escorial . La fecha seleccionada, como no podía ser de otra forma, fue el 20 de noviembre , aunque de 1939 . El ataúd fue cubierto de terciopelo y llevado a brazo desde Alicante hasta su nueva residencia durante diez jornadas. Los porteadores, falangistas, se turnaron cada diez kilómetros y dispararon un sin fin de salvas de artillería para honrar al fallecido durante el trayecto. Algo más de una semana después la comitiva arribó hasta la capital y atravesó la Gran Vía y la Plaza de España en su camino hasta su lugar de descanso. Ya en su destino, Primo de Rivera fue inhumado a los pies del altar mayor de la Basílica después de que el propio Franco le dedicara unas palabras: « Dios te de el eterno descanso ».

La de El Escorial, aunque extensa, fue una estancia momentánea. Antes incluso que de que se inaugurara el Valle de los Caídos , allá por el 1 de abril de 1959 , Francisco Franco decidió desplazar de nuevo los restos del fundado de Falange hasta Cuelgamuros . «El 1 de agosto de 1958 , cuando el Valle fue abierto al público, Franco inició las gestiones para el traslado de los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera . Hasta entonces habían reposado a los pies del altar mayor de la Capilla de los Reyes , pero esa medida había ofendido a los monárquicos, que consideraban el enterramiento provisional del cuerpo de un líder falangista en la obra cumbre de Felipe II como poco más que una profanación», explica el investigador, divulgador histórico y escritor en «Ocultismo y misterios esotéricos del franquismo».

Exhumación por Franco

La exhumación se llevó a cabo el 29 de marzo de 1959 bajo la expectación de los medios de comunicación, aunque en una ceremonia íntima y no oficial por expresa petición de la familia. El diario ABC dejó constancia de todo el proceso dos jornadas después en un reportaje titulado «Los restos de José Antonio Primo de Rivera fueron trasladados desde El Escorial al Valle de los Caídos, donde recibieron sepultura definitiva».

En palabras del cronista, todo el proceso discurrió en un « silencio impresionante » a eso de las siete de la tarde. No faltaron a la ceremonia el «subsecretario de la Presidencia, don Luis Carrero Blanco », el ministro de justicia o el jefe provincial de Falange, Jesús Aramburu Olarán , entre otros tantos. Pilar Miguel , hermanos del fundador del movimiento, arribaron poco después para despedirse, una vez más, de José Antonio.

José Antonio Primo de Rivera ABC

El levantamiento de la lápida comenzó poco después de que la comitiva estuviese completa. «A las ocho y cinco en punto se logró levantar la mitad de la gigantesca piedra, de 3.500 kilos de peso , por medio de tres barras de hierro», escribía ABC.

Una vez que quedó descubierta la mitad de la sepultura «hasta permitir la entrada de una persona a la tumba», uno de los responsables de pompas fúnebres encargados de la tarea bajó hasta el hoyo para cerciorarse de que el féretro podía ser transportado sin problemas. «Este se encontraba totalmente carcomido en su base inferior, pudiendo verse por los lados la caja de cinc con los restos de José Antonio . El resto del féretro, así como la bandera de Falange que lo cubría, se hallaban intactos y en perfecto estado de conservación. Las flechas de plata de los lados de la caja y sus cuatro asas también», dejó patente el cronista.

A las ocho y veinte comenzó el proceso como tal. Los operarios pasaron una cuerda por debajo del féretro, tiraron de ella y, con cuidado, extrajeron la caja, que fue ubicada en el suelo de la basílica. La emoción fue máxima entre los presentes antes de que el padre prior de la Comunidad agustiniana del Monasterio rezara en memoria del fallecido. Después, el féretro fue situado en las mismas andas que se habían usado veinte años atrás para hacer el viaje desde Alicante hasta la capital. «Al ser izado el féretro, los familiares y autoridades asistentes se acercaron hasta el lugar», describía el cronista. A Pilar, hermana de José Antonio, le fue entregada entonces la enseña que cubría el ataúd, pues « anteriormente había expresado este deseo ».

Todavía quedaba velar el féretro. Acto seguido, fueron colocadas seis grandes velas alrededor de la caja y se inició el primer turno, «formado por altas jerarquías del Movimiento». No se permitió la entrada al lugar a nadie que no contara con un pase especial por expreso deseo de la familia. De hecho, apenas se repartieron 24 pases especiales para presenciar la ceremonia. Ni siquiera los medios pudieron acceder. Tan solo asistieron un redactor del diario Arriba y cuatro del No-Do. Así lo recogieron estos últimos: «Se efectúa la exhumación de los restos mortales del fundador de la Falange, que durante 19 años reposaron a los pies del altar mayor». Las imágenes mostraron los rostros de una familia taciturna y un sin fin de altas personalidades en el evento .

Camino al Valle de los Caídos

A las once de la noche comenzaron los preparativos para el último viaje de Primo de Rivera. «El féretro fue izado después a hombros de los ministros […] Solís , […] Arrese , […] Iturmendi […] y Carrero Blanco ». También colaboraron sus hermanos, varios miembros veteranos de Falange y «numerosas representantes de la Sección Femenina ». Como quedó inmortalizado en la imagen publicada tres días después, a la cabeza de la comitiva se ubicó una guardia de afiliados y una « monumental corona de laurel » en honor del fallecido.

A la mañana siguiente, y según ABC, las carreteras que conducían al lugar «se vieron repletas de vehículos de todas las clases que transportaban afiliados de FET y de las Jons ». En palabras de los diarios, una gran muchedumbre acompañó al féretro desde El Escorial hasta la basílica de Cuelgamuros en un trayecto de unos trece kilómetros. En este caso los turnos de relevo se establecieron cada cien metros.

Inauguración oficial de la basílica de Santa María de la Cruz del Valle de los Caídos. En la imagen Francisco Franco pronunciando un discurso. ABC

Al llegar a su destino, y tal y como señala Garvi en su obra, Carrero Blanco, entonces la mano derecha de Franco, recibió «los insultos y los pitidos de los miles de falangistas que se habían concentrado en la gran explanada para recibir los restos mortales». Era lo esperado y la causa por la que, con casi toda seguridad, el antiguo jefe del Estado no quiso acudir. «Con sus protestas manifestaban su frontal oposición a Franco , a quien consideraban un usurpador de los principios de la ideología falangista que había defendido José Antonio, y a quien acusaban de apropiarse de un mito que no le pertenecía», desvela el autor de «Ocultismo y misterios esotéricos del franquismo». No se tomaron represalias contra ellos.

A continuación, el féretro entró en la basílica, donde fue depositado frente al lugar que, a día de hoy, ocupa. «El emplazamiento de la sepultura de José Antonio en la basílica de Cuelgamuros es idéntico al que ocupaba en el monasterio de El Escorial , es decir, a muy poca distancia del altar mayor y en frente de él», explicaba ABC. Si a la vela habían acudido los grandes gerifaltes del régimen, otro tanto pasó con aquella ceremonia. Entre los presentes se pudo vislumbrar a Agustín Muñoz Grandes o Ramón Serrano Suñer .

Una misa y un responso después, los restos fueron inhumados en una tumba sobre la que se ubicó una lápida con una sencilla inscripción: « José Antonio ». «Franco había obtenido lo que quería, un mártir que simbolizase el sacrificio de su lucha contra el mal», finaliza Garvi.

FUENTE: https://www.abc.es/historia/abci-exhumo-franco-restos-jose-antonio-primo-rivera-monasterio-escorial-201910240109_noticia.html



domingo, 15 de septiembre de 2019

División Azul. Tres eldenses regresaron después de once años de cautiverio en Rusia

 

Tres eldenses regresaron después de once años de cautiverio en Rusia

Rodolfo Amat Sirvent
15 septiembre 2019
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Tres eldenses regresaron después de once años de cautiverio en Rusia
El tren haciendo su entrada en la estación de ferrocarríl de Elda .

En estos entrañables días de septiembre en los que muchos eldenses visitamos las imágenes de los Santos Patronos, unos para agradecer, otros para pedir y todos para recordar, rememoro la llegada -hace 65 años- de aquellos eldenses que esperaron durante once años, cautivos en los campos de concentración de Rusia, para volver a su patria y su pueblo.

La historia de estos hombres podemos comenzarla en 1942. La Segunda Guerra Mundial estaba en un momento álgido. España trataba de reponerse de nuestra Guerra Civil haciendo equilibrios para no entrar en este nuevo conflicto.

En 1941 se creó la 250ª División de Infantería, oficialmente llamada División Española de Voluntarios, más conocida como División Azul, formada por voluntarios para luchar contra la Unión Soviética. Los motivos para alistarse fueron muy diversos: desde puramente ideológicos, hasta económicos, pasando por blanquear culpas propias o familiares, etcétera. Según información de la hemeroteca de ABC, fueron 65 los jóvenes eldenses que se alistaron y 25 los que murieron. Parece una cifra algo abultada, pero lo que aquí recordamos es que tres de ellos cayeron prisioneros y estuvieron once años en los campos de concentración de Stalin, por lo que se les dio por muertos. Los tres se alistaron en 1942.

En el centro, de uniforme, Esteve, a la derecha Olaya y a la Izquierda Giner.

Adrián Amorós Herrero nació en Elda (28-1-1914). Militar profesional, era brigada de infantería en Tetuán, allí se alistó y antes de marchar de España, pasó por Palma de Mallorca para despedirse de su esposa, a la sazón embarazada.

Enrique Giner Sanahuja nació en Cullera (Valencia), ayuntamiento de Favareta (14-12-1922). Residía en Elda, en la calle Roma nº 7 y trabajaba como zapatero en la fábrica Viuda de Manuel Vera. Se alistó en Jefatura de Milicias de Alicante el 26-7-42.

Julio Olaya Pomares nació en Elda (14-4-1925). También se alistó en Alicante en 1942. Tenía 17 años y como la edad mínima era de 20, tuvo que falsear su fecha de nacimiento.

El desplazamiento hasta Alemania se realizaba en tren por la frontera de Hendaya, donde los soldados españoles pasaban un reconocimiento médico. Desde allí seguían en tren atravesando la Francia ocupada y entraban en Alemania por Estrasburgo hasta llegar a la base militar de Grafenwöhr, desde donde eran trasladados al frente ruso. Amorós fue destinado a la 3ª-I-262, mientras que Giner y Olaya lo fueron a la 4ª-I-262.

Enrqiue Giner con la camisa abierta deja ver la herida en el abdomen.

A poco de llegar, Giner fue herido de gravedad en el abdomen, probablemente en los alrededores de la ciudad de Pushkin, pues según consta en su expediente médico, lo evacuaron al cercano hospital de campaña de Krasnogwardeisk el 23 de octubre de 1942 por "...herida en pared abdominal en sedal a la altura del epigastrio...". Dos días después lo trasladaron al hospital de Riga (Letonia) donde le dieron el alta tres meses después, el 30 de diciembre, y se reincorporó a su unidad. Volvió al frente a una línea de unos 27 km que se extendía entre Krasny Bor y Pushkin, en los arrabales de Leningrado, frente a la pequeña ciudad de Kolpino controlada por los soviéticos.

A las 6,40 de la mañana del día 10 de febrero de 1943, a 27 grados bajo cero, comenzó una ofensiva rusa para romper el cerco de Leningrado por el sector de Krasny Bor, defendido por los españoles. Con una preparación artillera de 700 piezas, los rusos hicieron un disparo cada 10 segundos durante más de dos horas. Luego siguió el bombardeo de la aviación soviética. Por último, 44.000 hombres, apoyados por 100 tanques, se lanzaron contra las maltrechas líneas españolas defendidas por unos 5.900 soldados provistos solo de armamento ligero. Cuando acabaron la munición, contraatacaron los españoles con las bayonetas. El frente se estabilizó el día siguiente. Se produjeron 2.252 bajas españolas por 10.000 del Ejército Rojo. Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros, entre ellos nuestros tres paisanos. El también eldense y divisionario Lorenzo Brotons luchó durante más de cuatro horas al lado de su cuñado Enrique Giner en el terraplén de la vía del tren «Octubre» que cubría la línea Leningrado-Moscú. Él se salvó, pero Giner, junto a Olaya y Amorós desaparecieron. En la confusión fueron dados por muertos. Ya prisioneros, los condujeron en pequeñas columnas hacia la ciudad de Kolpino, a la llamada «Casa Colorada». En el camino los despojaron de sus prendas de abrigo y propiedades. Los heridos que no podían andar fueron asesinados brutalmente. Al llegar, los hacinaron en pequeñas habitaciones y los sometieron a torturas y hambre. Desde allí se les trasladó a los campos de Cherepovéts cruzando el helado lago Ladoga, donde muchos sufrieron congelaciones. Aquí se les perdió la pista. Es seguro que los llevaron a alguno de los muchos campos de trabajo de Siberia, llamados "gulag" (acrónimo de Dirección General de Campos de Trabajo) y trasladados en varias ocasiones. La vida en estos campos era infernal: se empleaba a los prisioneros en toda clase de trabajos forzados en jornadas agotadoras sin ropa protectora para hacer frente a temperaturas de 40 grados bajo cero: minería, construcción de vías férreas, faenas agrícolas, etcétera. Padecieron enfermedades como disentería, escorbuto, tuberculosis... El porcentaje de mortalidad fue de alrededor del 25%, además de los asesinados por los rusos y algunos suicidios.

Julio Olaya apoyado en su herano Antonio.

Las gestiones para la liberación de los prisioneros se iniciaron en 1946 y en ellas se usó la intermediación de muchos países y personas, pues España y Rusia no mantenían relaciones diplomáticas. Conseguido el permiso de Rusia, la Cruz Roja Francesa fue intermediaria junto con la Cruz Roja Española en el traslado de los cautivos. España fletó un barco griego, el "Semiramis", por 34.000 dólares, que partió de Odessa el 26 de marzo. Hizo escala en Estambul y llegó a Barcelona en la tarde del día 2 de abril, donde una multitud los esperaba en el muelle con gritos patrióticos. Familiares y divisionarios lloraban por la emoción del reencuentro. Nada más bajar a tierra se postraron besando el suelo. Aún hoy en día, leer las crónicas de la época ponen un nudo en la garganta. Tras recibir regalos y pasar un reconocimiento médico, partieron hacia sus lugares de origen. El día 4 de abril de 1954, hacía su entrada triunfal en la estación de Elda el tren que traía a nuestros dos paisanos. Sólo vinieron Giner y Olaya, pues Adrián Amorós, desde Barcelona viajó a Palma con su familia. Yo tenía 13 años y acompañé a mi padre ese día en la estación. Recuerdo el inmenso gentío que llenaba vías y andenes, las ovaciones, los vítores, y la multitud cantando el "Cara al Sol". El alcalde, José Martínez González y el jefe local de Falange, Manuel Esteve, les dieron la bienvenida y seguidamente varios voluntarios los llevaron a hombros por la avenida de Sax, la calle Legionarios (hoy Luis Buñuel) y Los Giles, hasta la iglesia de Santa Ana, donde se postraron ante nuestros Santos Patronos dando gracias por su regreso. El párroco José María Amat los bendijo y trató como «héroes de la Patria». Seguidamente salieron al balcón de la sede de la Jefatura Local de Falange, pero no pudieron hablar por la emoción que les embargaba y el agotamiento del viaje.

Mi padre, gran aficionado a la fotografía, se las arregló para obtener unas instantáneas que yo no recordaba y cuyos negativos encontré hace poco. Puede verse el tren entrando en la estación y el recibimiento por el jefe de Falange. Por cierto, una apresurada interpretación de esta imagen ha dado lugar a la falsa creencia de que son los tres repatriados, ya que en la misma vemos a cuatro personas con la camisa falangista. Son Julio Olaya Pomares, junto al jefe de Falange con su uniforme, Enrique Giner Sanahuja y su cuñado Lorenzo Brotons, también divisionario pero que no cayó prisionero a pesar de luchar a su lado en la batalla de Krasny Bor, quien luce la Cruz de Hierro en su camisa y sostiene al excautivo. En otra imagen en que Giner tiene la camisa entreabierta se aprecia la cicatriz que le quedó de la herida en combate.

En el semíramis: Olaya y Gil Alpañez (a la derecha) y Giner Sanahuja (abajo)

¿Qué fue de estas personas después de su liberación?

Juan Negreira, autor entre otros libros de Los baleares en la División Azul me proporciona los datos: Adrián Amorós volvió a Palma, se reincorporó al ejército en el Batallón de Infantería Llerena I, en Inca y ascendió a Teniente. En 1958 se le concedió la Medalla de Sufrimientos por la Patria con cinta naranja. Ese mismo año lo destinaron al Regimiento de Infantería Palma 47. En 1959 le impusieron la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En 1961 cursó baja en la escala profesional. Falleció en Palma de Mallorca el 16 de diciembre de 2003 a la edad de 89 años. Fue uno de los fundadores de la Hermandad de Excombatientes de la División Azul en Baleares.

Carlos Caballero Jurado, presidente de la Hermandad de la División Azul de Alicante, prolífico autor de libros sobre la División, el último de ellos La División Azul, de 1941 a la actualidad...  de reciente aparición y recomendable lectura, me ha proporcionado los datos de Enrique Giner Sanahuja, incluyendo la ficha médica del hospital que le atendió, documentos y certificaciones del consulado en Düsseldorf y su traducción del alemán, entre otros.

Enrique Giner.

Al volver a Elda trabajó en nuestro Ayuntamiento hasta el mes de julio de 1955. Posteriormente pasó a residir en Alicante, en el barrio de Benalúa, donde fue empleado en Tabacalera hasta por lo menos el año 1985. En fecha desconocida, volvió a Elda. Enfermo de Alzheimer, lo visitaba en su casa de la calle París mi amigo y compañero el doctor Carlos Mendiola Olaya, quien me cuenta que siempre lo recibía con una cancioncilla de las trincheras rusas:

"¡Atención por la vaguada! Son tártaros, mongoles y siberianos. Vienen con el puñal en la mano y a todos nos meten mano".

Los datos de Julio Olaya Pomares me los ha proporcionado en amigable charla su propio hijo, el doctor Julio Olaya Monteagudo. Me cuenta que su padre era una persona muy cordial y extrovertida. Me confirma que alteró su fecha de nacimiento para marchar a los 17 años y estaba encuadrado como francotirador. En el "gulag" jugaba ajedrez con los rusos y con el también cautivo de Sax, Gil Alpáñez. Hablaba siete idiomas, entre ellos alemán, ruso, polaco y letón. Al llegar al campo de trabajo, los soviets pidieron obreros especializados y sus compañeros dijeron señalándolo: "Este es de Elda, así que sabe hacer zapatos". Se las ingenió para hacer no solo zapatos, sino botas para los rusos y rusas del lugar. Un día que cargaba leña en el bosque junto a Gil Alpáñez, descubrieron ortigas. Las cogieron y ya en el campo las cocinaron como sopa. Se armó un gran revuelo pues los rusos creyeron que era para suicidarse, pero se calmaron cuando las probaron. Compartió campo con el piloto personal de Hitler. Ya volviendo, en Odessa le robaron todas sus pertenencias, entre ellas una espada de honores que le habían regalado. En Elda, un compañero alemán de cautiverio, Willi, venía en verano con su familia para visitarlo. Dirigió la antigua lonja del mercado, donde vivió hasta que la derribaron para construir la actual. Ayudó a muchas personas con los trámites municipales para la apertura de negocios, etcétera. A pesar de ser una persona alegre tenía pesadillas de las que se despertaba gritando que no le pegaran más... Planificó una visita a los lugares que conoció en la Unión Soviétca, pero no pudo realizarla pues, enfermo cardíaco, tuvo que someterse a una intervención quirúrgica y falleció poco después, el 4 de marzo de 2002. Le faltaba un mes para cumplir 77 años.