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viernes, 13 de enero de 2023

Carta a Emma Una misiva enviada desde Alicante el 23 de febrero de 1939 describe la vida de la ciudad en plenos bombardeos de la Guerra Civil

Carta a Emma Una misiva enviada desde Alicante el 23 de febrero de 1939 describe la vida de la ciudad en plenos bombardeos de la Guerra Civil 

 Alfredo Campello Miradas alicantinas alicantevivo | 08·01·23 


 Reconstruir la historia de una ciudad a partir de los documentos oficiales es relativamente sencillo. El Archivo Municipal de Alicante conserva suficiente documentación como para narrar nuestra historia reciente y parte de los siglos anteriores. Como siempre, existen lagunas en esa documentación por causas diversas como pueden ser guerras, incendios, desidia o desastres naturales, por lo que debemos recurrir a otras fuentes paralelas que nos permitan llenar esas lagunas. 

Pero existe otra parte de la historia que no se localiza en los archivos. Me refiero a la correspondencia privada entre particulares. En muchas ocasiones las cartas o postales que fueron enviadas en un momento determinado nos permiten conocer el punto de vista de cierta persona sobre los acontecimientos que se están produciendo a su alrededor. Una postal enviada por un turista a la familia nos permite conocer las costumbres de nuestros visitantes en cierta época de nuestra historia. También la correspondencia entre escritores nos acerca algunos datos interesantes sobre la gestación de una obra o las ideas intercambiadas entre ambos.

Sobre la Guerra Civil se ha escrito mucho. Tanto del devenir de los acontecimientos bélicos como, por ejemplo, de las cartas enviadas por los presos a sus familias en las que se despiden antes de ser ejecutados. En esta ocasión he querido traer una carta que fue puesta a la venta en un portal de subastas y que adquirí por poquísimo dinero sin ser consciente de su interés.

La carta en cuestión está fechada en Alicante el 23 de febrero de 1939, casi un mes antes de la entrada de las tropas italianas fascistas en nuestra ciudad y apenas unos días antes del Golpe de Estado de Casado. La misiva se envía en respuesta a otra carta previa de una tal Emma. Por la frase final «Y tú recibe el cariño de Delia» podemos suponer que se trata de la autora.

La primera parte de la carta está dedicada a describir el estado de la ciudad tras los últimos bombardeos. Nuestra supuesta narradora «Delia» comienza pidiendo disculpas por no haber escrito antes ya que le fallan los ánimos «porque cuando termina un bombardeo tiene uno los nervios tan flojos que parecen que le hayan dado una paliza. Como todos los días vienen [los aviones] resulta que no tiene uno tiempo para reponerse». En ese mes de febrero de 1939 se produjeron bombardeos casi diarios. Según leemos en Alicante bombardeado de Luis Capdepón, los ataques tuvieron lugar los días 4, 6, 10, 12, 13, 18, 19, 21 y, tras el envío de la carta, se produjo el del día 28 que destruyó el escenario y la caja escénica del Teatro Principal.

La autora de la carta describe a petición de Emma el estado de la ciudad tras los bombardeos: «para que os deis una cuenta os diré que uno de los días estaba la ciudad llena de humo desde detrás de la beneficencia, hoy hospital, por todo el casco del centro hasta San Blas». El hospital al que hace referencia es el que se llamó Doctor Negrín, posterior Hogar de José Antonio, en el paseo de Campoamor. Tras describir el estado del centro de la ciudad se detiene en otros de los bombardeos: «hace unos días [las bombas cayeron] por todo Benalúa. En el cuartel hubo muchas víctimas pero no han querido decirlo. Dicen que fueron 10 muertos y 80 heridos y sin embargo tuvieron que mandar hasta a los tenientes a sacar víctimas; al Dr. Gascó también le tocó [y] estuvo medio enfermo ese día. Fue terrible». Debe referirse al ataque del día 19 puesto que afectó a Benalúa y causó una decena de muertos y 44 heridos. Seis los soldados que acudieron a presentarse a filas murieron al no poder entrar a tiempo en el refugio. De este bombardeo también nos dice que «en la fábrica de Aznar destrozaron todo. Mató [a] muchos, pero a Vicente el del huerto, aunque lo sacaron de los escombros, salió ileso. Tiene suerte». La Fundición de Aznar se encontraba en el solar donde en los años 70 se levantó Alipark. Por tanto anexa al Cuartel e Benalúa, presumbile objetivo de las bombas.

También describe el bombardeo del día 19 sobre el barrio de San Blas: «anteayer tiraron 35 casas de San Blas, alrededor de la Diputación, en la casa de Berenguer, en la bodega de Marcial Samper». Termina con una frase lapidaria referida a unos familiares: «si algún día no está la casa y quedo con vida, yo les avisaré».

A la angustia por los bombardeos se unía también la falta de espacio en el refugio más cercano: «Han traído unas brigadas de fortificación y los heridos de todos los hospitales, [así] que a las diez ya están las puertas llenas. Cuando toca la sirena ya no se puede entrar».

La carta describe las dificultades para comprar algo que echarse a la boca: «aquí no venden nada. Pepa y su tía salieron el otro día a gastar un dinero en lo que encontraran y no encontraron ni un alfiler. Tabaco no venden a ningún precio. (..) Ahora para cambiar por aceite no [lo ]encontramos a ningún precio». Según nos cuenta, la dieta consistía en tortas hechas con harina de habas y pan que se obtenía cada ocho días cuya calidad era tan mala que «ya no quieren ni cambiarlo por huevos». El resto de días se subsistía a base de lentejas y garbanzos «pero ya todo se está acabando». La picaresca también estaba a la orden del día. Gracias a un trabajador de la fábrica de luz y a la gestión de una amiga nuestra narradora conseguía un saco «de lo que tengan para mí».

Delia termina hablando de los familiares o amigos que están dispersos por Guardamar, Biar, Utiel, incluso en Francia o sudamérica. «No esperes de Buenos Aires nada [de correspondencia] pues creo que los barcos no se arriesgan a venir ya».

Por desgracia son muchos los datos que desconocemos de la tal Delia y su familia, siendo imposible establecer el parentesco con Emma ni dónde se encuentra ésta ahora. La carta venía sin el sobre, el cual habría sido de gran ayuda. Aun así es un testimonio sobrecogedor de los últimos días de la Guerra Civil en Alicante.

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