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domingo, 17 de octubre de 2021

El ataque sobre La Vía: el bombardeo a Dénia más sanguinario

 

El ataque sobre La Vía: el bombardeo a Dénia más sanguinario

17 DE OCTUBRE DE 2021 - 09:01

La mañana del 18 de octubre de 1938 Dénia vivió el acontecimiento que marcaría a los vecinos durante generaciones y que aún a día de hoy se recuerda. Fue el bombardeo más devastador y sanguinario que se produjo en las calles de la localidad.

Desde que estalló la Guerra Civil, Dénia se mantuvo fiel al bando republicano. Su privilegiada situación en la retaguardia permitió vivir el conflicto con relativa normalidad. Si no fuera, claro está, por los múltiples bombardeos que se vivieron y el sonido constante de las sirenas que alertaban de la presencia de aviación alemana e italiana sobrevolando el municipio.

El asedio de los «zapatones» alemanes a Dénia

Cuando el conflicto pasó de ser algo amateur a profesionalizarse, en el momento que entraron los intereses extranjeros para participar en aquella simulación de lo que sería la Segunda Guerra MundialMallorca se convirtió en un aeródromo que acogió las tropas aéreas de Hitler y Mussolini que colaboraron con el bando golpista liderado por Franco. En el 38, Dénia sufriría especialmente la presencia de los alemanes, los cuales llegaron a disponer en total de 27 hidroaviones Heinkel HE59. Estos biplanos eran los que en la calle se conocieron como «zapatones» ya que disponían de dos grandes patines para amerizar. Sus dimensiones les permitían transportar hasta 1.000 kilogramos de bombas o incluso un torpedo. Aunque eran lentos debido a su aparatosa construcción, muy similares a los de la Primera Guerra Mundial, y pesados, su cantidad de éxitos, según relata el investigador Miguel S. Puchol en el trabajo cooperativo La Guerra Civil a Dénia, fue enorme.

La escuadrilla AS/88 pertenecía a la Legión Cóndor y su objetivo era el reconocimiento marítimo. La idea era clara: atacar la costa mediterránea por detrás, donde apenas había defensas —en Dénia no hubo baterías antiaéreas durante los primeros dos años de guerra—, bombardeando puertos, fábricas y demás instalaciones clave. Por tanto, la capital de la Marina Alta, donde se fabricaba munición, se acogía a refugiados y heridos, y con un puerto tan importante para el comercio, pronto fue uno de los objetivos principales.

En cada sufrido bombardeo la respuesta de los vecinos era idéntica. De noche las luces de las casas se mantenían apagadas y se prohibía circular por la calle, pero cuando sonaban las sirenas se debía acudir rápido al refugio más cercano o mantenerse en las plantas bajas de las casas, lo más en silencio posible. La aviación no solía volar a mucha altura y lanzaban bengalas que, según los testigos de la época, iluminaban tanto que parecía de día. Lo hacían para localizar a personas paseando o huyendo y ametrallar, pero también para asustar a la población. «A partir de las 8 de la noche no veías un alma en la calle, todo el mundo se iba al campo [...] y a la mañana siguiente volvías a Dénia a trabajar», contaba Jaime Ferrer Ferrer en el trabajo ya mencionado de Història i Memòria. La Guerra Civil a Dénia editado y coordinado por Rosa Seser Pérez.

El ataque sobre La Vía

Los ataques acostumbraban a ser nocturnos, pero la mañana del 18 de octubre del 38 algo cambió. Un trío de «zapatones» salió a primera hora de la base de Mallorca con el objetivo de atacar una localidad que amanecía ajena a lo que estaba por llegar. Un fontanero y su hijo acudían para trabajar como una mañana normal a la calle La Vía, donde estaban las vías del ferrocarril, varias naves, una trinchera con soldados y un refugio. Sobre las 11:30, el padre le pidió al niño de 11 años que le trajera un trozo de un tubo que le hacía falta para un depósito. Fue la última vez que se vieron. «Fui a casa a buscarlo. Nada más entrar pitó la sirena», contaba José Caselles Ronda.

Los tres «zapatones» atacaron Dénia a las 11:35, volando uno de ellos a 100 metros de altura. Descargaron 44 bombas que buscaban impactar en los muelles, la explanada y almacenes. Éstas se adentraron y cayeron sobre calle La Vía. En ese punto se encontraban soldados atrincherados en la zanja, cuya pared cayó, pero también muchos vecinos que se refugiaban en el lugar.

«Escuchamos la aviación que iba rozando los tejados. Nos pusimos bajo la escalera y cuando cesó el bombardeo salimos. De la calle Colón no se veía nada por la polvareda», recordaba Sebastià Grimalt Garcés. «Escuchamos un ruido de bombas y vimos humareda en Dénia», contaba José Salort Cardona.

«Teníamos la norma, mi padre, mi madre y yo, de cuando pitara la sirena esperarnos y hasta que no estábamos todos juntos no ir a ningún sitio. Mi madre y yo estábamos juntos y nos esperamos», hacía memoria José Caselles, «pero mi padre ya no volvió. No lo vi nunca más».

Tras la polvareda

La trinchera de los soldados disponía de una zanja por donde pasaban. Caselles narraba cómo su padre, según le contaron, fue obligado por el capitán, con la pistola en mano, a entrar, pero que éste salió por el otro lado y atravesó la vía. «Pensaba que me habría cogido en medio de la calle». Y fue en ese momento cuando cayeron las bombas.

«Salí al patio de la enfermería y vi cubos llenos de sangre con un trozo de cabellos. Le habían arrancado medio craneo a uno. Me dio mucha impresión. Me metí dentro de refugio y estuve horas pensándolo», explicaba José Salort Cardona. «Después me fui a ver el daño que habían hecho. Las vías eran como si fueran cabellos de punta, todo lleno de agujeros. Para mí que iban a destruir la estación y esas bombas cayeron a 50 metros».

Fue, como decíamos, el ataque más sanguinario, en el que resultaron 14 fallecidos y medio centenar de heridos. Varias casas fueron destruidas y las vías quedaron inservibles. «La pava», como se conocía a los aviones alemanes e italianos con base en Mallorca, fue la responsable de 37 bombardeos sobre Dénia, que produjeron 32 muertos, centenares de heridos y una gran destrucción en el municipio.

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