Doscientas casas arrasadas por una guerra o una escultura desaparecida: el castillo de Dénia al fin revela sus secretos
- Una ambiciosa señalítica compuesta por más de 70 plafones permite al visitante entender las principales estructuras militares de la fortaleza y el misterio de vestigios aún por descubrir
- La iglesia gótica, todavía por excavar, albergaba retablos medievales de mérito y dos puertas, la de los hombres y la de las mujeres: daban a dos plazas que constituían el centro neurálgico de la villa destruida durante la Guerra de Sucesión
ARTURO RUIZ
El Castillo de Dénia se ha dotado de voz. Y es poderosa. Hasta ahora, una de las grandes limitaciones del monumento más visitado de la ciudad estribaba en la falta de una señalítica que ayudara al visitante a comprender lo que observaba. Pero tal carencia se ha corregido ahora a través de más de 70 plafones distribuidos por todo el monumento que ayudan a conocer la evolución histórica de sus estructuras y fortificaciones militares a lo largo de sus dos milenios de existencia. Estas señales lucen nuevas: salvo alguna excepción fueron colocadas esta pasada primavera.
Su composición costó dos años de trabajo, subraya Josep Antoni Gisbert, el arqueólogo director del proyecto a preguntas de este periódico. Muchos de los plafones están dotados de cartografías históricas inéditas que actúan como hilo conductor a lo largo de una visita integral por el monumento. Además, en cada parte del castillo las señales han sido dedicadas a un periodo histórico concreto y el visitante puede, al consultar los plafones, establecer un diálogo entre la fortaleza y la ciudad: las magníficas vistas a Dénia que se observan más allá de murallas, torres y parapetos cobran un significado especial gracias a estos nuevos carteles.
La Dianium romana a vista de pájaro
Una buena prueba de eso es el conjunto señalítico sobre Dianium ubicado en la cima de la colina, ante la muralla norte de la fortaleza. Gisbert explica que «desde allí se puede contemplar a vuelo de pájaro el ámbito de la antigua ciudad romana en l’Hort de Morand». La línea de palmeras actuales «fosiliza la línea de costa que existía en la antigüedad clásica, su frente marítimo, donde se hallaba entonces el puerto».
Esas vistas, a través de la señalítica, también permiten establecer el paisaje del área del foro romano, los almacenes portuarios frente al muelle o las dos vías de comunicación que se adentraban en Dianium y que conectaban la urbe con el resto del mundo romano.
La Vila Vella destruida y la primera iglesia de Dénia
Otro conjunto de señales en el camino empedrado que asciende por la fortaleza resucita la villa medieval fundada pocas décadas después de la conquista cristiana, en 1304, por Jaume II y que se hallaba ubicada en este mismo emplazamiento. Toda aquella ciudad ya perdida -resultó arrasada por los ocupantes borbónicos tras la derrota de Dénia en la Guerra de Sucesión en 1708- resurge así del olvido: las características de las casas (unas 200 en el momento de su destrucción), los nombres de las calles , la plazoleta del Mirador o las dos plazas que se encontraban delante de la iglesia.
Todo aquel entramado urbano se vio obligado a salvar el profundo desnivel de la montaña, más fácil de apreciar en fotos de época del Castillo de la primera parte del siglo XX, antes de ser disimulado por la actual vegetación.
Cómo eran las casas medievales y cómo se destruyeron
Uno de los plafones describe aquellas viviendas medievales como casas insertadas en parcelas de tipo gótico con fachada amplia de tres alturas: en el sótano, aljibes y bodegas con bancos para el almacén de aceite y de vino en tinajas y toneles. La planta baja contaba con el techo sostenido por arcos ojivales. Y las estancias de las plantas superiores eran desvanes de los que ya no hay vestigios. Las fachadas de las casas con arcos de medio punto fueron objeto de expolios para ser reutilizadas tras la demolición de la villa medieval en las reconstrucciones de las murallas a causa de las guerras de los siglos XVIII y XIX».
Sabemos así en qué se usaron los restos de las casas una vez destruidas, cuando ya nadie vivió en la villa medieval. Pero, ¿en qué momento fueron arrasadas y por qué? Este otro texto de época, de Mosén Palau en 1821, explica el momento justo:
«Al recinto del castillo à la parte que mira a Mongon y dentro de las murallas havia unas 200 casas que formavan un Pueblo que llamavan la Villa vieja y en su distrito subiendo al castillo havia un templo que servia de Iglesia Parroquial para los de dicha Villa y para la Ciudadad y en ella celebrava el Clero. Estando ya Felipe 5º en pacífica posesión de la Ciudad, villa vieja y castillo pareció al Comandante de la Plaza que las casas de la dicha villa vieja sirvieran de embarazo para la fortaleza las mandó derribar como en efecto se derribaron».
Cómo era la iglesia
Otro grupo de señales está dedicada a esa primera iglesia de la historia de Dénia ubicada justo donde están enterrados sus restos -perfectamente localizados- a la espera de una excavación que los saque a la luz. Aquel templo matriz de Dénia fue edificado en el siglo XIV, en ese momento de la fundación de la villa de tiempos confusos por la falta de colonos cristianos para repoblar lo que había sido una medina tan gigantesca como la Daniya islámica.
En uno de los plafones se detalla que el templo contó con dos puertas que disponían de escalones para salvar el fuerte desnivel y que las dos contaban con una plazoleta anexa: eran la Porta de les Dones, orientada al mediodía, y la Porta dels Homens, al lado del campanario y frente al Montgó: ambas pequeñas plazas eran puntos neurálgicos de la vida cotidiana de aquella villa medieval.
Abandonadas y destruidas las casas de la villa a partir de 1708, la iglesia aún subió prestando servicio religioso durante la primera mitad del siglo XVIII hasta que se bendijo en 1756 el nuevo templo neoclásico, la actual Asunción, que pasó a albergar los bienes que cobijaba la antigua iglesia gótica, ya abocada a proceso de ruina.
Entre esas obras artísticas que fueron trasladadas del viejo templo al nuevo se contaba una tabla de San Pedro atribuida al maestro Reixac, otra de San Jeremías o las pinturas del altar mayor. Todo ese patrimonio se perdió durante la Guerra Civil. Lejos de Dénia se encuentran ahora otras imágenes de aquella iglesia gótica, la de Sant Roc del siglo XV y la Virgen del Rosario del XVI. Realmente lo que le queda a la actual parroquia de la época medieval es una cruz procesional de plata dorada: «Restos menguados de las liturgias que acontecieron durante siglos y que evocan un tiempo de esplendor perdido», apunta Gisbert.
Del camino empedrado al gran palacio y su misterio
Prosigamos la ruta por el camino empedrado que desde la Vila Vella ascendía hasta la cima. Allí se alzaron una serie de arquitecturas renacentistas cuya misión era actuar como baluartes de defensa y vigilancia de este camino principal porque el mismo llevaba hasta el Palacio que era, claro, la residencia noble y la que más había que proteger. Entre esas estructuras se hallaban la Punta del Diamante, construida en el siglo XVII y que afectó al antiguo cementerio medieval, o el propio Baluarte. Eran tiempos de rearme defensivo.
Ya arriba, en la Explanada del Gobernador, las señales aportan información sobre las grandes reformas que a partir de 1599 imprime en el viejo palacio medieval el duque de Lerma, el gran valido del rey Felipe III, para brindarle precisamente hospedaje al monarca de todas las españas durante sus visitas a Dénia. Aquellas actuaciones erigieron un nuevo palacio renacentista incluida su famosa escalinata imperial.
Hay aquí otro misterio jamás despejado. Quizás una de las obras más deslumbrantes con las que contó aquel nuevo complejo palaciego y áulico fue la estatua del duque de Lerma, obra del escultor Giuseppe Carlone, embarcada desde Génova en 1613 hacia Dénia y que ocupó el centro de la explanada del Palau.
¿Cuál fue su destino? A inicios del siglo XIX se encontraba tirada en el suelo, como relata una correspondencia entre científicos: uno de ellos señala que «del esplendor del viejo pasado no había en el Castillo otra señal que la vieja estatua del guerrero tendida sobre la hierba que me sirve de pupitre para escribir estas cartas». Pero después nada más se supo de esa obra. Una posibilidad es que todavía se encontrara soterrada bajo la propia explanada.
Torres, graffitis y arquitecturas militares
Un itinerario bien diferente por las entrañas de la fortaleza nos llevaría desde el principal acceso a la misma, el Portal de la Villa por toda la ronda meridional: se pasará así ante las torres del Consell y de les Puces, el baluarte del Trinquet, el Portal de los Reyes y el Verger Baix. Es un área muy vinculada a la Guerra de Sucesión y en los plafones se describen las obras que se ejecutaron en la fortaleza a partir de ese conflicto bélico.
Cuando prisioneros o soldados dibujaban en las paredes
Una de las estructuras sin duda más interesantes de esta ruta meridional es la Torre de les Puces, una construcción maciza del siglo XII, de origen pues islámico, usada como prisión o calabozo. Dentro cuenta con un graffiti del siglo XVIII que narra un suceso con un bergantín armado: un preso que mató así el tiempo recordando aquel buque.
No es el único dibujo que horada los muros de la fortaleza evocando recuerdos de hace siglos: otro panel reproduce un famoso graffiti en el lienzo externo de la muralla norte del castillo cincelado a finales del siglo XIV y que es un auténtico paisaje marino integrado por varias naves como una galera o una coca catalana. El dibujo real no se puede ahora visitar ya que su acceso a través de la escalinata que arranca en la calle Santíssima Trinitat ha sido clausurado por culpa del vandalismo.
Los mejores sabios militares
Gisbert destaca que muchos de los carteles, especialmente los que aluden a estructuras arquitectónicas ya posteriores al siglo XV, incluyen no sólo un texto explicativo actual sino un texto histórico «de ingenieros, arquitectos o sabios o bien de diccionarios antiguos que nos explican con las palabras de la época que eran un baluarte, parapeto, tronera, aspillera, o garita o cualquier otro elemento de la arquitectura militar».
Una gran finca agrícola
Hubo por fin un momento en el que el Castillo de Dénia perdió esa propiedad de fortaleza bélica. A mediados del siglo XIX fue desmilitarizado y el conjunto de propietarios al que pertenecía el recinto formaron una sociedad para dedicarlo a la gran actividad agrícola de aquel momento en toda la comarca, el cultivo de la pansa. Muros de piedra en seco sepultaron así los restos medievales.
Con código QR
Los plafones disponen de códigos QR que permiten descargarse la guía del castillo editada en 2013 en castellano, inglés y francés con lo que según el arqueólogo director del proyecto «los visitantes disponen de una guía de más de 30 páginas con toda la información de este bien de interés cultural que aloja toda la historia de la población desde la Dianium romana hasta el siglo XX».
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