El impacto de la guerra civil en San Vicente
por Francisco Canals Beviá
Cuando se van a cumplir ochenta años del comienzo de la Guerra Civil de 1.936, es conveniente volver la vista atrás y realizar un análisis y una reflexión sobre cual fue su impacto y sus consecuencias en el municipio sanvicentero. Particularmente sobre su patrimonio cultural, la economía y el tejido social. No sólo como un ejercicio de memoria histórica global sino, sobre todo, como enseñanzas. La Historia hay que contarla entera y todos los extremismos son malos.
La cosa empezó muy mal, en la misma noche del que se conoce como comienzo oficial, en la madrugada del 18 al 19 de julio de ese año 1.936, se produjo un asalto a la Iglesia Parroquial. Las consecuencias de ese día fueron un incendio que arrasó el altar mayor, órgano y objetos de culto y destrucción de las imágenes. En días sucesivos, también fueron incendiados el atrio y la puerta principal.
El templo y su contenido que habían sobrevivido intactos a diversas vicisitudes, al paso de ejércitos españoles y extranjeros e incluso a incursiones de una milicia “radical”, como una partida de revolucionarios republicanos-federales, entró en acelerado declive en unos días y sólo por la acción de tres energúmenos en una aciaga noche del verano sanvicentero. El pueblo quedó en zona republicana. Las sucesivas elecciones confirmaban la adscripción al centro-izquierda moderado de la inmensa mayoría de la población.
Los graves daños en el templo (una pequeña joya neoclásica de manual) y la destrucción de su contenido es la más importante pérdida del patrimonio cultural sanvicentero en su historia. En meses sucesivos desapareció el archivo parroquial con todo su importante contenido para el estudio de los orígenes del pueblo y sus habitantes. Por cierto, el verdadero “tesoro” de la Iglesia, “la cruz de bejuco con crucifijo de oro cincelado, atribuida a Benvenuto Cellini, siglo XVI, con esmeraldas y engastes en oro ..”, donada por Jorge Juan, no se encontraba la “noche de autos” en el templo. También se perdió para el patrimonio cultural. (En otra ocasión narraremos las vicisitudes de su desaparición).
Así mismo fue destruido el Calvario, situado hacia la mitad de la actual Calle Lillo Juan. La denominada “Casa Abadía o Casa del Cura”, anexa al templo, fue demolida; un episodio más del litigio sobre su propiedad entre la Corporación y el Obispado. También fue quemado el Archivo del Registro Civil.
Un vecino, Manuel Domínguez Margarit, fue objeto del denominado “paseo”. Las circunstancias del hecho, según todas las fuentes, nos llevan a la conclusión de lo absurdo y estúpido de su asesinato y la vileza de sus autores. El hecho causó una gran conmoción en el pueblo y un absoluto rechazo.
Uno de los proyectos “estrella” del Ayuntamiento republicano era un grupo escolar de doce grados, colegio público del que carecía el municipio, más cuatro escuelas rurales. Proyecto aprobado por el gobierno de la República y dotado con la correspondiente subvención, pendiente del inicio de las obras, lo que impidió la guerra. Cuando el Ayuntamiento franquista inicia las gestiones para ver que había pasado con la subvención se entera que había sido anulada, “por ser de época marxista”. Como lo leen. Solo se conseguiría el colegio público casi veinticinco años después.
En lo que respecta a los soldados movilizados, nos llama la atención las decenas de jóvenes, muchos de ellos de la denominada “quinta del biberón”, que se quedaron para siempre en los páramos entre Teruel y Castellón.
Como otra consecuencia de la guerra, los sanvicenteros vieron aviones “nacionales” bombardeando Alicante y parajes del término, a pleno día y con objetivos civiles. Vieron “soldados moros” y “tanquetas italianas”. Vieron una bandera de la Legión desfilando amenazante, al redoble del tambor, por el Carrer Major.
La clase media-baja perdió sus ahorros, por estar en moneda republicana. Sin contar las historias particulares de depuraciones y expulsiones de trabajos solamente por haber formado parte del ejército republicano como oficial; simplemente por haber tenido el título de maestro.
La inevitable crisis y el empobrecimiento de postguerra paralizo la consolidación y desarrollo de la hasta entonces pujante industria local del mueble. “Quién iba a comprar muebles, si no tenía para comer”.
Con la postguerra, el hambre llegó al pueblo, algo que no se había pasado en la época de guerra. “Fam i estraperlo”, otra consecuencia de la guerra.
En resumen, a la vista de lo expuesto, el balance de la contienda en el municipio fue que el pueblo de Sant Vicent perdió la guerra civil.
Francisco Canals Bevià
Doctor en Economía
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