La iniciativa sueca que blindó la infancia de la guerra: historia del Hogar del Niño de Dénia
Cuando estalló la Guerra Civil, los españoles se sintieron abandonados por el resto de países, que decidieron mirar a otro lado pese a la escalada de violencia. Solo los gobiernos de Alemania e Italia tomaron partido en el conflicto, sumando sus fuerzas al bando franquista. El republicano, en cambio, se tuvo que conformar con empresas privadas por parte de voluntarios extranjeros, como las Brigadas Internacionales, para reforzar sus filas.
No obstante, en el norte de Europa no estaba pasando tan desapercibido el conflicto como se creía. Tanto Suecia como Noruega siguieron muy de cerca el avance de la guerra. Miles de ciudadanos escandinavos veían consternados cómo parte del ejército español se había alzado contra su gobierno, iniciando una ofensiva que duraría varios años. Por miedo a que esto supusiera un avance de los ideales fascistas por todo el continente, y ante la falta de intervención por parte de sus gobiernos, muchos vecinos de estos países decidieron colaborar de la única forma que sabían: mostrando una gran solidaridad que ayudó a refugiar en Dénia a niños y niñas procedentes del frente, alejándolos así de las bombas y las balas.
El pueblo escandinavo volcado con España
Tanto en Noruega como en Suecia se organizaron comités nacionales de Ayuda a España, donde se recogía dinero, ropa y alimentos para destinar a las víctimas de la guerra. Estos movimientos de solidaridad, que provenían en gran medida de las familias más modestas y precarias (según afirmó el propio Comité de Ayuda a España de Suecia), lograron recaudar una gran suma de dinero para hacer envíos de recursos a la población civil.
Fue entonces cuando se decidió dar un paso más y, no conformándose con los envíos solidarios, se empezó a apostar por la construcción de hospitales y centros de acogida de niños y niñas españoles (diez en Francia, dos en Cataluña, uno en Oliva y uno en Dénia).
El Hogar del Niño de Dénia
Así nació el Hogar del Niño (u Hogar sueco para niños) de Dénia. La capital de la Marina Alta se encontraba lejos del frente y apenas sufría las consecuencias de la guerra, al menos al principio. Se convertía, por tanto, en un enclave idóneo para servir de refugio de los niños cuyos hogares lidiaban con la artillería de las tropas de Franco. Al conocer la intención de este Comité Sueco-Noruego de Ayuda a España, el Consejo Municipal de Dénia cedió el 22 de mayo de 1937 un enorme edificio conocido como Torreta Gavilà. Éste estaba lejos del pueblo, en la actual partida Beniadlà (a pocos metros de donde hoy encontramos el hospital), rodeado de huertos.
Hasta el fin de la guerra, por este refugio pasaron un gran número de niños y niñas, algunos huérfanos, procedentes de una Madrid que estaba siendo atacada. Este refugio estaba dirigido por tres mujeres (la directora Magnhild Olsson, la profesora de educación física Kerstin Palmér y una tercera cooperante, Eola Hansson) del Comité Sueco de mujeres para los niños de España, una asociación independiente avalada por la Cruz Roja Internacional. Gran parte del dinero para el cuidado de los niños provenía de matrimonios, docentes y trabajadores suecos que los apadrinaron pagando mensualidades de 40 coronas.
La Dénia que resguardó la infancia
Según hemos podido saber gracias al estudio de Àngel Beneito en el trabajo coordinado por Rosa Seser Història i Memòria. La Guerra Civil a Dénia, se inauguró el Hogar del Niño de Dénia el 1 de agosto de 1937 ante la presencia de autoridades nacionales e internacionales, contando entonces con 36 niños de Madrid acogidos. No obstante, antes de acabar ese año ya contaba con 89 jóvenes refugiados, la mayoría de ellos con edades que oscilaban entre los cinco y diez años. Muchos de estos niños eran hermanos, pues intentaron a toda costa evitar que se dispersaran las familias por diferentes centros y poblaciones.
También muchas familias de Dénia acogieron a niños refugiados de Madrid. Este fue el caso de Juan Pérez Gil, que contó en el trabajo ya mencionado cómo partió desde Madrid con 6 años en un camión lleno de niños, el cual le dejó en la casa de la Marquesa antes de ser todos repartidos por distintas casas. «Yo fui con Andreu el carnicero; le llamaba tío pero esa como un padre adoptivo». Tras su llegada, se le unieron dos de sus hermanas. Pese a que la guerra terminó años después, Juan y sus hermanas ya se quedarían en Dénia.
Los brigadistas heridos que recibían cuidados en Dénia también ayudaron con la creación del hogar de acogida Nino Nanetti, que alojó y alimentó a una cuarentena de niños y niñas refugiados. Este centro se financió con las aportaciones mensuales de estos miembros de las Brigadas Internacionales.
Los que fueron destinados al Hogar sueco para niños recibieron atención médica e higiénica, se formaban en la lectura y escritura, realizaron manualidades e incluso excursionaban junto a las docentes. «Allí no faltaba nada», contaba Jaime Ferrer, cuya hermana trabajó en las cocinas del refugio.
Consecuencias del hogar: agradecidos y desagradecidos
Una vez acabó la guerra los niños volvieron a sus hogares. Con el nuevo gobierno instaurado, algunos trabajadores que ayudaron a los niños fueron represaliados. Fue el caso de Pilar Torcida Sisniega, profesora del Hogar del Niño de Dénia que fue expedientada durante dos años y medio, expulsada de Santander, de donde era natural, e inhabilitada para desempeñas puestos directivos en instituciones de enseñanza y culturales.
La ayuda del pueblo sueco fue vital para salvar a miles de niños españoles de la hambruna o de ser víctimas directas de las armas. Durante el pleno del 21 de diciembre de 1938, poco antes de acabar la guerra, el Consejo Municipal de Dénia reconoció a estos ciudadanos y a los colaboradores que habían hecho posible el sostenimiento del Hogar sueco para niños españoles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario